martes, 5 de mayo de 2015

Tejer la Vida

 

Tejer la vida
 
 
 
 
“Tomando la visión Biocéntrica como referencia, podemos decir que el "sentirse vivo/a" implica el acto de tejer nuestra propia vida en lo cotidiano, estando "dentro y fuera" del mundo — dentro, como corporeidad amorosa, fuera, como significación y sentido. Los dos modos constituyendo un solo acto, un solo gesto, una sola danza, en la cual se es pleno en concretización y subjetividad.
  
Tejer es danzar la vida, una danza de un mundo sagrado: es sumergir en una paradoja misteriosa que se impone frente al conocimiento y al propio espíritu humano, pero que tiene profunda resonancia en el corazón. Es permitirse como un participante de un gran baile y bailar lo sagrado en lo cotidiano, en la forma del conocimiento, belleza, misterio y amor.
  
Danzar, siendo plenamente el movimiento de las vísceras y de nuestros líquidos, el movimiento  de nuestro cuerpo en el espacio, diseñando en el aire la forma de la creación y de la libertad; bailar, siendo el movimiento desdoblado del movimiento de la vida, del Cosmos, desdoblado de la danza de las energías/partículas, de la danza del polen, de las estrellas y de los animales, danza de la armonía que germina del caos.
  
Danzar es tejer la vida, conspirar por el acto de vivir en el lecho natural de la realidad, de la cultura, en la dirección del tiempo, en una extraña ruta incierta de oscilaciones, duplicaciones, turbulencias, caos, auto-organización.... Tejer la vida, es a cada día, celebrar el acto creador, sentirse brotando por dentro y por fuera, percibirse poseedor de un potencial de vida capaz de proyectarse en múltiples posibilidades de realización y singularidad.
  
Cuando hablamos de tejer la vida, hablamos de participar de la vida, de ser criatura y creadora de esa danza cósmica revelada humana y bailada como historia. Participar a partir del sentirse viva y de estar presente, sintiendo el corazón de la Naturaleza pulsando en nuestros propios ríos interiores, cuyas nacientes y desembocaduras están en el infinito. Participar de la vida es nacer y renacer a cada instante, a cada día, de un útero, pintando en la pantalla de la realidad la existencia, bien antes de conocerla.Pues somos semillas como las semillas, conectadas por una red de conexiones vitales, hilos de naturaleza que nos conectan entre sí y al infinito, llamando a bailar con autonomía y plenitud ese gran baile de comunicación y encuentro. Nada puede detener ese llamado, a no ser la propia vida en su fuerza auto-organizadora y auto trascendente.
  
Cada ser vivo es una semilla que vibra y se expande, conducida por una trayectoria inestable de billones de años. Somos semillas como la propia semilla; buscamos vínculo, nutrición y crecimiento. Por eso la danza COMO GESTO ESPONTÁNEO ofrece un camino de reencuentro y reconocimiento.
 
  
En fin, tejer la vida es construir un cotidiano de vínculo, una labor  con sentido, con placer. Es aceptar y estimular la expresión de los cuerpos-combativos, de los cuerpos-estrellas, de los cuerpos-enamorados, en todas las edades, en casa, en las calles y en las plazas.” Abrirse, mezclarse, entregarse y ser parte de la vida.